Tarde pero seguro: Spotify busca ser la discoteca omnipresente de los argentinos. Es una de las plataformas más deseadas por los aficionados a la música, dado su inmenso catálogo, compuesto por más de 20 millones de canciones y que se puede reproducir desde una computadora, una tableta o un teléfono móvil sin distinción de plataformas.
Spotify se ganó un nombre propio en la industria tecnológica al ofrecer un modelo de negocio capaz de ofrecer una experiencia de uso simple para los usuarios sin que entrara en conflicto con los gigantes de la industria discográfica. Es un servicio que se caracteriza por ofrecer un catálogo amplio de artistas mediante la modalidad de transmisión on line a demanda, una técnica conocida en la jerga como streaming. Si uno debe trazar alguna comparación, lo que Netflix es para las películas y series, Spotify lo es para la música. YouTube vs. Spotify: los pesos pesados del consumo musical. Cuando Internet irrumpió en el mundo uno de los hábitos que más cambió fue la forma en la que descubrimos, consumimos y escuchamos música.
El cambio fundamental fue pasar de usar medios físicos (como los cassettes y cds) a escuchar y almacenar nuestra música en formatos digitales. Este cambio se ha dado lentamente, ya que ninguno de los actores de este negocio estaba preparado para el cambio tan grande que llegó. En el medio han aparecido muchas peleas, demandas, pérdidas de dinero, discusiones profundas sobre los derechos de autor, leyes que restringen la capacidad de los internautas para obtener y compartir música. Hasta fans presos han sido necesarios para que pudiéramos llegar al punto en el que hoy nos encontramos. La culpa no es de Spotify… es de los de siempre.
La reciente polémica iniciada por un artículo de David Byrne en The Guardian, “David Byrne: ‘The internet will suck all creative content out of the world’“, en el que arremete contra un futuro dominado por servicios de streaming como Spotify ha vuelto a generar reacciones variadas en torno al modelo de reparto de ingresos de la plataforma sueca creada por Daniel Ek y Martin Lorentzon.
La diferencia con el ataque anterior contra esta plataforma, protagonizado por Thom Yorke y Nigel Godrich y sobre el que hablé en su momento es que Byrne apunta a una responsabilidad de Spotify y plataformas similares que, en realidad, debe recaer, como sí dejaban entrever Yorke y Godrich, sobre quienes son en realidad los responsables de ese mal reparto que únicamente deja migajas en los bolsillos de los artistas: las grandes discográficas. Poner el énfasis en plataformas como Spotify es un error. El enemigo, el que se está llevando la verdadera porción importante del pastel… es el mismo de siempre.
Modelo económico de Spotify. El servicio de música en Streaming Spotify se vio envuelto en polémica hace unos días gracias a la cantante Taylor Swift, quien decidió retirar de manera sorpresiva toda su música del sitio, declarando que este tipo de servicios de música en streaming no valora a los cantantes, y son la causa principal por la que la industria musical ha disminuido tanto.
Sin embargo, Daniel Ek, CEO de Spotify ha salido a defender su servicio ante las críticas de la cantante señalando cómo funciona el modelo de negocio económico de Spotify, además afirmando que el principal problema es la piratería. Tal y como indicó Daniel Ek: “Taylor Swift tiene toda la razón: la música es arte, el arte tiene un valor real y los artistas merecen recibir dinero por ello. El Fundador De Spotify Responde A Taylor Swift: - «Hemos pagado 2.000 millones de dólares a la industria. La piratería no paga nada» La plataforma de música en streaming insiste en que ellos sólo son aliados de los artistas, no los enemigos La semana pasada, la artista pop Taylor Swift consiguió récords de venta de su álbum «1989» y también decidió retirar todo su catálogo de discos de Spotify.
La cantante estadounidense señalaba que la música es arte y que se debe pagar por ella, razón por la que decidió no publicar su álbum 1989 y retirar los otros. Artista cuestiona el modelo económico de Spotify. 104 millones de reproducciones resultan en el pago de 13.000 dólares al artista.
Diario TI 24/10/14 10:03:53. Revolucionado consumo de la música. La tarifa plana en los libros y su sentido publicitario - Bloggin Zenith. A estas alturas de la película estamos ya acostumbrados a utilizar diferentes servicios para consumir productos de entretenimiento, principalmente música y películas y series.
Modelo de negocio de Spotify: sus dos caras ocultas. Amazon lanza una tarifa plana tipo Spotify para leer libros. En julio fue en Estados Unidos, en septiembre en Gran Bretaña y ahora en Alemania, el gigante Amazon entra en el juego del llamado Spotify o el Netflix de los libros -el suscriptor puede leer los libros que quiera de una biblioteca digital de 600.000 libros por 8,9 euros al mes, compitiendo con Scribd, Entitle y Oyster (EE.UU), o Skoobe -de Bertelsman y von Holtzbrinck-MacMillan- y Readfy (Alemania).
Amazon, con su habitual secretismo, no ha anunciado si desembarcará en España, donde ya hace años funcionan varias plataformas: 24symbols y Reedig, entre ellas, y desde hace diez meses, Nubico, de Planeta-Telefónica. El lanzamiento del Kindle Unlimited de Amazon se hizo ayer en el primer día de la Feria de Frankfurt, escaparate mundial del libro, en cuyo informe anual se anotan más iniciativas que dibujan un mapa de lectura digital a gusto del consumidor: Rooster provee novelas por entregas diarias para smartphones al precio de 5,95 dólares. Netflix, Spotify, Gaikai, Oyster Books y otras tarifas planas digitales: ¿una moda pasajera? El sistema de pago por suscripciones se está extiendo a todos los ámbitos del ocio digital: cine y series, música, juegos e incluso libros.
Hoy analizamos este fenómeno. ¿Es sólo una moda pasajera o se impondrá como el modelo de negocio estándar para conseguir cultura en la red? Todo empezó con las tarifas planas de Internet Desde hace algunos lustros, existen en todo el mundo numerosos servicios para suscribirse a plataformas de canales de televisión digital o por cable. Estos, junto a las tarifas planas de Internet, se convirtieron en los primeros servicios de bienes digitales en los que, pagando una cantidad fija cada mes, tenías acceso a un mundo casi ilimitado de información. La proliferación de la descarga de contenidos culturales por Internet, hasta entonces limitados al formato físico, supuso un duro golpe para todas las distribuidoras tradicionales.
Los sucesores del videoclub.