LEYENDAS DEL SUR DE CHILE. No era un pueblo, no podía serlo, se trataba sólo de un pequeño número de casas agrupadas a la orilla del mar, como si quisieran protegerse del clima tormentoso, de la lluvia constante, de las acechanzas que pudieran venir de la tierra o del mar. En la pieza grande de la casa de don Pedro se habían reunido casi todos lo hombres del caserío.
El tema de su charla era la próxima faena. Saldrían a pescar de anochecida y sería una tarea larga y de riesgo; pensaban llegar lejos, quizá hasta la isla Chulin, en busca de jurel, róbalo y corvina. Deseaban salir porque la pesca sería buena. Durante la noche anterior estaban seguros de haber visto a la bella Pincoya que, saliendo de las aguas con su maravilloso traje de algas, había bailado frenéticamente en la playa mirando hacia el mar. El capitán no participó de esa alegría. Leyenda de Licarayén. La Leyenda de Licarayen es la leyenda de como se formó el Lago Llanquihue en la X Región de Los Lagos, en Chile Dentro de estas tribus, se encontraba "Licarayén", que era la más pura y linda de las jóvenes.
También estaba el apuesto y valiente "toqui" llamado "Quitralpi", que desde que la vio por vez primera, quedó prendado ante la belleza y dulzura de la virgen. La felicidad reinaba en sus corazones. Ya estaba dispuesto que la próxima primavera se llevaría a cabo la ceremonia que los uniría para siempre. Pero un antiguo Pillán llamado "Peripillán", que habitaba y estaba prisionero en el Volcán Osorno, y quién fue un gran espíritu perverso que fue desterrado y lanzado a la tierra dando origen a este volcán, tuvo envidia de Quitralpi y no pudo resistir tanto amor entre estos jóvenes; y por eso decidió interrumpir la felicidad de Licarayén y Quitralpique.
Los Huilliche entonces se reunieron en un parlamento. El Pillán Leyenda mapuche. El Pillán Leyenda mapuche narrada por Eduardo Ide.
(Adaptación) Cuando aún no habían llegado hasta estas tierras los hombre blancos, vivían en la región del Lago Llanquihue varias tribus de indígenas que se dedicaban más a la embriaguez que al trabajo. Un genio maléfico, el Pillán, había repartido sus secuaces entre esos indígenas para hacerles toda clase de males. En las noches esas comarcas presentaban un aspecto pavoroso: grandes llamaradas que salían de los cráteres iluminaban el cielo con fulgores de fuego. Las montañas vecinas parecía que ardían y las inmensas quebradas que circundaban el Osorno y el Calbuco aparecían como bocas del mismo infierno. » La leyenda mapuche de Licarayén. Esta leyenda cuenta la historia de la joven doncella Licarayén, y la formación de los lagos de Llanquihue, Todos los Santos y Chapó.
Licarayén era la hija menor del cacique de una de las tribus que vivían alrededor de los volcanes Osorno y Calbuco, en el sur de Chile. Ella estaba enamorada de un joven y valiente toqui (líder guerrero) llamado Quitralpique, quien se enamoró de ella a primera vista y, dada la intensidad con que se amaban y la felicidad que se prodigaban, estaba previsto que se casaran a la siguiente primavera. Un Pillán es un espíritu en general benigno, aunque puede castigar o permitir el castigo por parte de los wekufe. El Pillán que interviene en este relato en particular reside en el interior de los volcanes y demuestra su poder vomitando humo y azufre. Como no soportaba la felicidad de estos jóvenes, se dispuso a castigar a los mapuche arrojando verdaderas lenguas de fuego infernal y humo desde el volcán Osorno. Y llovió nieve; días, semanas, años enteros. El pillán y el sacrificio de Licarayén. Para los huilliches no hay nada más perverso que el demonio Pillán.
Odia a los seres humanos. Desde el Peri Pillán los espía incesantemente porque no puede soportar verlos felices, gozando de una vida que, como ente maligno, el jamás podría tener. Corroído por el odio, habita las tinieblas en la soledad más espantosa. Así las cosas, refiere la leyenda que en una apacible aldea huilliche vivía Licarayén, la hija del cacique. Y ella no era solo la más hermosa por fuera, sino también lo era por dentro; y todos la amaban por su gran bondad. Sin embargo, el ojo del Pillán se posó en aquella región y al punto descargó sobre ella toda suerte de calamidades: el volcán comenzó a expulsar fuego y lava por todos lados, arrasando sembradíos, bestias, rucas y gentes: el mar se salió de madre, la tierra tembló con violencia. Pronto los huilliches descubrieron que ¡La única doncella que reunía todas estas cualidades era Licarayén! Fuente: Leyendas de siempre, Bibliográfica Internacional.