La influencia de la mitología en la ciencia (18ª Parte): Kobold. [Nota inicial: Se puede consultar el resto de entregas de la serie sobre la influencia de la mitología en la ciencia desde este enlace] En la mitología germana, un kobold (o cobold) era una especie de criatura muy parecida a los duendes que todos tenemos en mente y que eran conocidos porque se colaban en las casas cuando sus dueños no estaban y se dedicaban a realizar las labores domésticas.
Menudo chollo, ¿no? Partían la leña, se encargaban del ganado, hacían la colada, planchaban la ropa y dejaban las casas como los chorros del oro. A cambio de su trabajo exigían tan solo un poco de leche y las sobras de la comida. Pero si a los propietarios se les olvidaba pagar por sus servicios, estos hasta ese momento simpáticos "amos de casa", se transformaban en diabólicos seres que se disponían a cometer fechorías en plan hooligan, como rotura de muebles, saqueo de víveres, lanzamiento de todo lo que tuvieran a mano,... ensuciando y destrozando todo a su paso. La influencia de la mitología en la ciencia (16ª Parte): Plutón. El origen de las estaciones Plutón era hijo de Saturno y Ops, la diosa de la fertilidad, y tenía su morada en el centro del mismísimo Tártaro.
Algo parecido a un resort de esos tan de moda y modernos que se construyeron en medio de secarrales y a 30 kilómetros de playas y pueblos con supermercado. A Plutón se le consideraba un dios inflexible pero justo. El mito más conocido de Plutón es el rapto de Proserpina (Perséfone). La influencia de la mitología en la ciencia (15ª Parte): Eolo. Y como el ganador es el nitrógeno, pues vamos a profundizar un poco en la curiosa historia de su descubrimiento, por parte del que fuera tío de Walter Scott y un joven estudiante posgraduado de química cuando hizo historia con su aislamiento.La sal amoniacal (nombre vulgar del cloruro de amonio) se conoce desde muy antiguo y era un compuesto que intrigaba especialmente a los alquimistas por su volatilidad.
Para introducirnos en la historia del nitrógeno tenemos que comenzar con la década de 1760 donde Henry Cavendish (1731-1810), Joseph Priestley (1733-1804) y Carl Wilhelm Scheele (1742-1786) lo estudiaron por separado acercándose bastante a su identificación, pero tuvo que ser un joven estudiante llamado Daniel Rutherford (1749-1819) quien finalmente lo aislara en 1772. Rutherford mantuvo un ratón con una cantidad limitada de aire dentro de una campana hasta que se finalmente murió. Luego quemó una vela en lo que quedaba dentro del recipiente hasta que la vela se apagaba. La influencia de la mitología en la ciencia (14ª Parte): Thor. En la mitología nórdica Thor es el dios del trueno.
Este poderoso dios, que blandía siempre un martillo, también era considerado como protector de la humanidad y garante de la fertilidad. Hijo de Odín y Fjörgyn, Thor vivía en el Asgard con su mujer Sif y sus hijos como la valquiria Þrúðr o Móði y Magni (que significan "enfadado" y "fuerte" respectivamente). Te bautizo con el nombre de "Thorium"..., oh, wait!
De número atómico 90 y símbolo Th, el torio es un elemento químico radiactivo de la serie de los actínidos. En 1828 el sacerdote y aficionado a los minerales de origen noruego Morten Thrane Esmark descubrió en la isla noruega de Løvøya un mineral negro que no pudo identificar. Del Asgard al CongoExiste una extraña musaraña que dispone de vértebras con enclavamiento cuyo nombre se inspiró en Thor.
La influencia de la mitología en la ciencia (13ª Parte): Titán. Un acertado nombre elegido por casualidad Como cuenta John Emsley en su maravilloso y muy recomendable libro Nature's Building Blocks, el titanio fue descubierto en 1791 por el clérigo y geólogo aficionado William Gregor, quien por entonces ocupaba la vicaría de la ciudad de Creed.
Gregor se sentía intrigado por la composición de una arena negra que se encontraba cercana a un arroyo por el que solía pasar. La influencia de la mitología en la ciencia (12ª Parte): Selene. Selene quedó perdidamente enamorada del mortal Endimión y le pidió a Zeus que le concediese vida eterna para que nunca la abandonara.
Zeus accedió a las pretensiones de Selene y le concedió a Endimión la eterna juventud, pero con una trágica condición: el bello mortal permanecería dormido en un sueño eterno del que nunca despertaría. Cada noche durante años, Selene lo visitaba en su cueva para yacer junto a él. Permanecían unidos hasta el amanecer y fruto de esa extraña relación nacieron cincuenta hijas. La fertilidad de una diosa con nombre de elemento químico (¿o era al revés?)
De número atómico 34, el selenio es un elemento químico que fue descubierto en 1817 por Jöns Jacob Berzelius (con la colaboración de Johan Gottlieb Gahn). La influencia de la mitología en la ciencia (11ª Parte): Morfeo. El dios de los sueñosHijo de Hipnos, Morfeo fue el más célebre de los mil Oniros.
Era el encargado de inducir los sueños a los mortales durmientes. Unos sueños que se gestaban en el oscuro Érebo y eran enviados desde una caverna con dos puertas: una hecha de tibio cuerno para los sueños verdaderos y otra de brillante marfil para los sueños falsos. La influencia de la mitología en la ciencia (10ª Parte): Helios. Papá, ¿me dejas tu carro?
Hijo del titán Hiperión y de la titánide Tea, hermano de Eos -la Aurora- y de Selene -la Luna-, Helios era la personificación del astro rey: el Sol. La representación que ha llegado a nuestros días de este dios es la de un majestuoso áuriga con una brillante aureola dorada rodeando su cabeza y montado en un carro de caballos voladores. Helios recorría cada día el firmamento después de que su hermana Eos abriera todos los días al alba las puertas del infierno... Y así hasta cada atardecer, cuando su otra hermana, Selene, recogía el testigo de su viaje y comenzaba el suyo propio. La influencia de la mitología en la ciencia (9ª Parte): Urano. Urano, il castratoLos dioses griegos no se andaban por las ramas y cortaban por lo sano sus disputas.
En la mitología griega, al contrario que en otras mitologías, no nos encontramos con un universo de bondad, caridad y amor fraterno. No, precisamente nos encontramos con todo lo contrario: disputas, asesinatos, conspiraciones, infidelidades, traiciones, mutilaciones... Algo más parecido al mundo real. Para los antiguos griegos la diosa de la madre tierra (Terra mater para los romanos) era la generosa y fecunda Gea, conocida como "la del amplio pecho" según Hesíodo. Con esos atributos extraña un poco que Gea "sin mediar el grato comercio", como dijo el agudo de Hesíodo, engendrara a su primogénito Urano, el poderoso dios del firmamento. La influencia de la mitología en la ciencia (8ª Parte): Neptuno. El protector de la Atlántida Poseidón (Neptuno en la mitología romana) fue el dios del mar y los terremotos.
Su imagen se asociaba principalmente a los defines, aunque también pueden encontarse referencias vinculado con caballos y toros. Entre su múltiples facetas, el dios del mar fue el heredero (le tocó en el reparto del mundo, al igual que a veces a nosotros nos toca la última porción de una tarta helada) y protector de la mítica y misteriosa isla de la Atlántida. La Atlántida, tal y como nos contó Platón en sus diálogos Timeo y Critias, era una inmensa ínsula que se encontraba situada más allá de las Columnas de Heracles (Hércules) en el océano Atlántico, muy cerca de la España actual, ya que las columnas de Hércules se asociaban con el estrecho de Gibraltar. Tanta era la implicación de Poseidón (Neptuno) en esta extraordinaria isla, que de hecho, de su unión carnal con la mortal Clito nacieron los primeros gobernantes de la Atlántida. La influencia de la mitología en la ciencia (7ª Parte): Tántalo.
Cuando la Cocina de autor tiene un límite Tántalo, hijo de Zeus y la oceánide Pluto, fue el padre de Pélope, de Níobe (a la que ya le dedicamos un capítulo de esta serie) y de Broteas. En correspondencia con su estatus social de rey de Frigia, Tántalo era un invitado habitual de las interminables fiestas y afterhours que el resplandeciente Zeus organizaba en el Monte Olimpo. En estos festines sociales se tenía la peculiar costumbre, extendida hasta nuestros días, de preguntarle al anfitrión sobre la necesidad de llevar alguna cosilla de casa para compartir entre todos. Sí, esa pregunta al estilo -¿Qué llevo? -, a la que nuestro amable anfitrión suele responder -Nada, no te molestes- cuando en realidad está deseando que compres un buen vino o traigas un exquisito postre por lo menos. Pues bien, Tántalo era de ese tipo de invitados, de los que además de no llevar nunca nada a los banquetes, al terminar la fiesta enganchaba el tupper y se llevaba a casa lo que había sobrado. Zeus enfureció.
La influencia de la mitología en la ciencia (6ª Parte): Palas. Nunca juegues con los diosesAtenea (Minerva, para los romanos) fue la diosa de la sabiduría, y en especial de la prudencia (característica heredada de su madre, la titánide Metis). Una prudencia que no tuvo en su juventud y que le costó el mayor disgusto de su vida inmortal, y los disgustos para los dioses y diosas son eternos.
Atenea pasaba las tardes entretenida con un leal amigo, el mortal Palas (algunos autores dicen que era un gigante) jugando a ver quien era el más fuerte y el que tenía más reflejos. Unos jueguecitos un tanto peligrosos. La influencia de la mitología en la ciencia (5ª Parte): Ares. La influencia de la mitología en la ciencia (4ª Parte): Mercurio. La influencia de la mitología en la ciencia (3ª Parte): Perseo.
La astucia del héroe que evitó la mirada petrificante Hubo una época en que las diosas y los dioses se unían libre y apasionadamente a los ingenuos mortales. Fruto de esas extrañas uniones románticas nacían unos niños especiales, seres distintos, admirables, valientes y fuertes, sublimes semidioses. Cuando crecían se convertían en héroes y heroínas. Uno de ellos fue Perseo. Hijo de la mortal Dánae y del promiscuo Zeus, Perseo fue engendrado mediante una original artimaña urdida por su padre. Nadie escapa a su destino, y las profecías de los oráculos rara vez fallaban, para desgracia de Acrisio.
Un día, Dánae acudió a una fiesta que organizó el rey, con su hijo Perseo convertido ya en un fuerte y valeroso chicarrón. A la mañana siguiente, y enviados por Zeus, Atenea (Minerva) y Hermes (Mercurio) le proporcionaron a Perseo consejos y armas para su valiente cruzada. Durante su viaje de regreso, Perseo se encontró con el titán Atlas que le entorpeció el camino. Referencias:Wikipedia Imágenes: La influencia de la mitología en la ciencia (1ª Parte): Prometeo. Los mitos clásicos hablan de personajes extraordinarios que han vivido en un mundo que no se corresponde con la realidad que conocemos. Un mundo habitado por dioses, animales increíbles, hombres inmortales, bellas guerreras, gigantes, sirenas, épocas y lugares imposibles.
La mitología ofrece una cosmogonía propia, una interpretación acerca de cómo funciona el universo en un espacio temporal que desafía toda lógica y sentido común. Absurdo, pero tremendamente lírico. Algunos mitos se nos muestran como respuesta a las eternas preguntas sobre el origen de la vida, o nos dicen qué hay tras la muerte o cuál es el sentido último de nuestra existencia. Otros mitos surgen con un carácter etiológico, intentando explicar todo lo que sucede en nuestro mundo terrenal, nos cuentan la causa o el origen de los fenómenos naturales: los eclipses, las estaciones climáticas, los elementos, el fuego, las mareas, los planetas, las estrellas, el universo... Espero que os guste. Prometeo Más información: La influencia de la mitología en la ciencia (2ª Parte): Níobe. El horror, el horror… Hija de Tántalo (de quién hablaremos otro día) y Díone la pléyade, Níobe se casó con Anfión, rey de Tebas. Un matrimonio que resultó ser muy prolífico, pues algunas historias dicen que tuvo hasta siete hijos y siete hijas.
Lejos de disfrutar de tan entretenida vida con tanta prole y dedicarse a lo suyo, a Níobe le gustaba vanagloriarse de su fertilidad. Sobre todo ante Leto, una diosa que fue amante de Zeus y que era madre de los gemelos Apolo y Artemisa (Diana). Las comparaciones cuantitativas y los comentarios sistemáticos enfurecieron a Leto, quién fue a quejarse a sus hijos de los desagravios y menosprecios que le propinaba la mortal Níobe en los actos sociales de la época. Cuando el rey de Tebas, Anfión, presenció lo ocurrido, no pudo soportar el dolor y se quitó la vida (otras versiones dicen que fue en busca de venganza y pereció en el intento).
¡Es clavadita a su padre! Más información: