Colombia, un pas que elogia a los avivatos Hace unos ocho años me solicitaron pronunciar unas palabras con ocasión de una ceremonia de grado en la que obtenían su diploma jóvenes de diversas profesiones. Para esa ocasión, traté de hacer la taxonomía de un personaje muy valorado por la cultura popular colombiana al que, de acuerdo con la región, se denomina avispado, avispón, avivato o vividor. Para describir el personaje, el nuevo Diccionario de colombianismos del Instituto Caro y Cuervo usa sinónimos como astuto, aprovechado, hábil, despierto, vivo, persona de inteligencia práctica, hábil para sacar provecho de la circunstancias, generalmente de modo ilícito. Por esas circunstancias maravillosas de las nuevas tecnologías, un buen día y sin que nadie lo esperara, el texto, denominado en ese entonces El culto al avispado, revivió y hoy circula profusamente en la red. Sin embargo, a partir del destape del 'carrusel' de la contratación, el país descubrió que padecía una enfermedad terminal comparable al conflicto: la corrupción.
Etiqueta Negra Los cuentos de la pelota Sí, lo jugué varios años en la Universidad de Argel. Me parece que fue ayer. Pero cuando, en 1940, volví a calzarme los zapatos, me di cuenta de que no había sido ayer. Antes de terminar el primer tiempo, tenía la lengua como uno de esos perros con los que la gente se cruza a las dos de la tarde en Tizi-Ouzou. Fue, entonces, hace bastante tiempo, en 1928 para adelante, supongo. Pero tenía un amigo, un tipo velludo, que nadaba en el puerto conmigo y jugaba waterpolo para Montpensier. Al cabo de un año de porrazos y Montpensier en el “Lycée” me hicieron sentir avergonzado de mí mismo: un “universitario” debe jugar con la Universidad de Argel, RUA. ¿Pero qué es lo que estaba diciendo? No sabía entonces que veinte años después, en las calles de París e incluso en Buenos Aires (sí, me ha sucedido) la palabra RUA mencionada por un amigo con el que tropecé, me haría saltar el corazón tan tontamente como fuera posible. Como zaguero esta el "Grandote" -quiero decir Raymond Couard.
Bitácora de versos Un da en la aldea de Abdallah Wallo | Periodismo narrativo en Latinoamrica En la aldea de Abdallah Wallo las primeras en levantarse son las muchachas, que, apenas rompe el alba, salen a buscar el agua. Es una aldea afortunada: el agua está cerca. Basta descender por un declive abrupto, escarpado y arenoso hasta el río. El río se llama Senegal. En su orilla norte está Mauritania y en la sur, el país que lleva su mismo nombre, Senegal. Nos encontramos en un lugar donde se acaba el Sáhara y empieza el Sahel, una franja de sabana estéril, semidesierta y tórrida que, siguiendo rumbo al sur, hacia el ecuador, después de unos cientos de kilómetros se convertirá en un territorio de bosques tropicales, húmedo y palustre. Después de bajar al río, las muchachas cogen agua en altas tinajas de metal y cubos de plástico, más tarde se ayudan a colocárselos sobre la cabeza y así, charlando por el camino, trepan por la pendiente resbaladiza de vuelta a la aldea. Ahora se separan, dirigiéndose cada una a su casa; van hacia sus patios. Volvamos a la mañana en Abdallah Wallo.
Blog de Aldo Panfichi Gracias a los socios del Club Alianza Lima Oswaldo Carpio Villegas y Andés Pujazón Morello, podemos contar con este testimonio grabado de la ilegal Asamblea de socios de nuestro Club donde Guillermo "Pocho" Alarcón da un autogolpe, expulsa a los miembros moralizadores de su directiva y se perpetúa en el poder. Aquí se inicia el peor momento de la historia del club y por la cual Alarcón es buscado por la policía para llevarlo ante la juez y que le dicten sentencia. Por constituir un documento histórico es que lo coloco en el blog. La grabación consta de 4 partes de la falsa Asamblea de Socios del Club Alianza Lima realizada el 3 de noviembre en la que se dio un golpe contra la verdadera directiva que había sancionado y separado a Guillermo Alarcón Menéndez (a) “Pocho”, reo contumaz con orden de captura a nivel nacional e internacional. Publicado por: apanfic a las 12:20 . Categoría: 3. Sin comentarios • Link permanente Publicado por: apanfic a las 12:02 . Sin comentarios • Link permanente
gusano de guayaba Seis meses (Con el salario mnimo) Aceptó, se fue para Medellín sin familia ni amigos, alquiló una habitación y trabajó en una empresa de confección como un empleado más. Crónica que recoge la realidad de miles de colombianos que deben subsistir con 484.500 pesos mensuales. Capítulo I 1Al partir en este viaje, mis votos son los de un monje: pobreza y castidad. Ya llevo un día en Medellín. No sé qué resultará de mi elección. No sobran posibilidades para elegir un cuarto barato en Medellín. No me ilusionaba tener que golpear puerta por puerta preguntando por mis calzoncillos. 2He empezado a vivir con tres desconocidos en una casa donde las habitaciones no tienen puerta. Hay que reparar en los nombres, a veces el secreto está en ellos. La primera noche pegué un mapa de Medellín en una de las paredes de mi cuarto. Don Guillermo Carrasquilla, el dueño de casa, había fabricado el clóset de madera donde colgué las cuatro camisas y los tres pantalones que había traído desde Bogotá. Debo cuidar cada peso de mi quincena.
Por qu es tan malo Paulo Coelho, por Hctor Abad Faciolince Prodavinci Traducido a 56 idiomas, publicado en 150 países, con más de 54 millones de libros vendidos, a Paulo Coelho hay que reconocerle al menos una virtud: es una mina de oro para sí mismo y para las editoriales. En su libro de mayor éxito, El alquimista (1988), un pastor de ovejas andaluz viaja hasta las pirámides de Egipto en busca de un tesoro. Antes de llegar a su destino se encuentra con el gran mago que posee los dos pilares de la sabiduría alquímica, es decir, sabe destilar el elíxir de la larga vida y ha fabricado un huevo amarillo, la piedra filosofal, con cuya ralladura se puede convertir en oro cualquier otro metal. En su viaje hacia las tumbas de los faraones el alquimista le ha revelado al muchacho otro secreto: “Cada hombre sobre la faz de la tierra tiene un tesoro que lo está esperando”. La primera respuesta que me di, apenas empezando la lectura de algunos de sus libros, fue que quizá Coelho disfrazaba de misterio y asombro las puras tonterías. 1. 2. 3.
La inutilidad de la nostalgia grupo de alumnos sentados en el pasto, para atravesar laplaza del Ché.“Estas ventanas siempre estaban rotas”, dijo mi papácuando tuvimos la entrada del auditorio frente a nosotros. Mehizo notar un edificio de doce pisos, en la frontera de aquelcuadrilátero de ladrillos, cuando pasamos frente a unosventanales en donde no logré verme reflejado. Me mostró,con su mano derecha, un bosque que el sol ponía enevidencia. Y pensé que si volviera a nacer, si no fuera estapersona que no consigue sentirse a gusto en clase, tendría latentación de hacer algún postgrado en cualquiera de estossalones. Entonces vi la cara del Ché Guevara, pintado sobreuna pared con el molde de siempre, desde el camino depiedra que elegimos para empezar nuestra visita.