París: la sombra de Argelia o sólo uno de los atacantes se esfumó después de la matanza en París. Tres naciones cuya historia, acción –e inacción– ayudan a entender la carnicería cometida por el Isis han escapado en gran medida a la atención entre la casi histérica respuesta a los crímenes de lesa humanidad en la capital francesa: Argelia, Arabia Saudita y Siria. La identidad franco-argelina de uno de los atacantes demuestra de qué modo la salvaje guerra francesa de 1956-62 en Argelia continúa infectando las atrocidades de hoy. La absoluta negativa a contemplar el papel de Arabia Saudita como proveedora de la forma más extrema del islam, la wahabita sunita, en la que cree el Isis, muestra de qué manera nuestros líderes aún rehúsan reconocer los vínculos entre el reino y la organización que atacó a París. Siempre que Occidente es atacado y nuestros inocentes perecen, caemos en borrar el banco de memoria. Y luego viene Siria, cuyo régimen Francia demanda destruir desde hace mucho tiempo. © The Independent
La verdadera muerte de un presidente (*) MÉXICO, D.F. (Proceso).- A la hora de la batalla final, con el país a merced de las fuerzas desencadenadas de la subversión, Salvador Allende continuó aferrado a la legalidad. La contradicción más dramática de su vida fue ser al mismo tiempo, enemigo congénito de la violencia y revolucionario apasionado, y él creía haberla resuelto con la hipótesis de que las condiciones de Chile permitían una evolución pacífica hacia el socialismo dentro de la legalidad burguesa. La experiencia le enseñó demasiado tarde que no se puede cambiar un sistema desde el gobierno, sino desde el poder. Esa comprobación tardía debió ser la fuerza que lo impulsó a resistir hasta la muerte en los escombros en llamas de una casa que ni siquiera era la suya, una mansión sombría que un arquitecto italiano construyó para fábrica de dinero y terminó convertida en el refugio de un presidente sin poder. Allende conocía al general Palacios. Allende murió en un intercambio de disparos con esa patrulla.
Horas aciagas La Junta Militar no se conformó con la muerte del presidente Salvador Allende. Intentó borrar todo indicio que lo recordara. Saqueó su vivienda y ordenó para sus restos unos funerales secretos y una tumba sin nombre. MÉXICO, D.F. Les agradezco a todos la lealtad y la cooperación que siempre me han prestado, pero quiero decirles que no debe haber víctimas inútiles. Beatriz Allende, secretaria de su padre, quiere permanecer junto a él. Nadie quiere abandonar La Moneda. El consejero se resiste. Allende y Garcés se abrazan. Garcés toma el portafolios de los acuerdos presidenciales. –El maletín, Juan Enrique, déjelo aquí. Garcés asiente. Vuelve el consejero sobre sus pasos. –¿Va usted armado? –Sí, tengo mi pistola de protección. –Mejor la deja usted aquí. Afuera, los civiles eran cacheados de pies a cabeza, voraces los dedos de los militares. Temprano, en la mañana del día 11, Allende se comunicó con su esposa, Hortensia Bussi, y con la esposa de José Tohá, Victoria Morales. Cuenta la Moy:
Monika Ertl, la mujer que ajustició al hombre que cortó las manos a Ernesto Che Guevara En Hamburgo, Alemania, eran las diez menos veinte de la mañana del 1 de abril de 1971. Una bella y elegante mujer de profundos ojos color de cielo entra en la oficina del cónsul de Bolivia y, espera pacientemente ser atendida. Mientras hace antesala, mira indiferente los cuadros que adornan la oficina. Roberto Quintanilla, cónsul boliviano, vestido elegantemente de traje oscuro de lana, aparece en la oficina y saluda impactado por la belleza de esa mujer que dice ser australiana, y quien días antes le había pedido una entrevista. Por un instante fugaz, ambos se encuentran frente a frente. ¿Quién era esta audaz mujer y por qué habría asesinado a Toto Quintanilla? En la milicia guevarista había una mujer que se hacía llamar Imilla cuyo significado en lengua quechua y aimara es Niña o joven indígena (ahora considerado un insulto en Bolivia). Ella, a partir de ese momento, se convirtió en la mujer más buscada del mundo. Vivió en un mundo extremo rodeada de viejos lobos torturadores nazis.
Paris: May 1968 - Maurice Brinton's diary A vivid and exciting eyewitness diary by Maurice Brinton (the writing pseudonym of Chris Pallis) of Solidarity on the events in Paris in May 1968. Despite the optimism of the time, however, Brinton does not get too swept up in the events, and unlike some accounts of the time, manages to keep his views firmly rooted in reality. Paris: May 1968 First edition published by Solidarity, June 1968 This edition published jointly by Dark Star Press and Rebel Press, 1986 Introduction (Written for the original edition, published by Solidarity In June 1968.) This is an eye-witness account of two weeks spent in Paris during, May 1968. The French events have a significance that extends far beyond the frontiers of modern France, They will leave their mark on the history of the second half of the 20th century. A full analysis of the French events will eventually have to be attempted, for, without an understanding of modern society, it will never be possible consciously to change it. Rue Gay-Lussac Students?
Una imagen icono de mayo del 68 Una de las imágenes icono de mayo del 68, portada de Life y Paris-Match, fue la de una joven con una bandera de Vietnam en una manifestación que se dirigía a la plaza de la Bastilla. La chica se llamaba Caroline De Benderm y era una modelo inglesa de familia noble a la que su abuelo desheredó cuando vio la foto. Hoy vive retirada en un pueblo de Normandía. Otro destacado dirigente sesentayochista fue Alain Geismar, ingeniero de minas nacido en 1939 y por entonces secretario general del sindicato de los profesores universitarios. Y por supuesto, el protagonista más visible de mayo del 68 fue Danny el Rojo. Después de 1968, el gobierno francés expulsó del país a Cohn-Bendit, que se implicó en los medios anarquistas y el movimiento okupa de Frankfurt, ciudad en la que trabajó como periodista a partir de 1978.
La "Primavera de Praga", 1968 La necesidad de las reformas era planteada ya desde inicios de la década de 1960 por algunos miembros destacados del Partido Comunista Checo, entre los que destacaba el eslovaco Alexander Dubcek. Sin embargo, los sectores más inmovilistas, liderados por el secretario general del partido, Antonin Novotny, se impusieron cegando cualquier posibilidad de reformas La postura reformista se fue extendiendo por diversos sectores sociales, especialmente los grupos intelectuales, entre los que ya destacaba un joven dramaturgo Vaclav Havel. En el IV Congreso de Escritores de Checoslovaquia, celebrado en 1967, diversas personalidades de la intelectualidad checoslovaca protestaron abiertamente contra las prácticas dictatoriales del partido.