atemporal siempre » ¿Quién vive de vender libros? Cuando leí en el muro de Etxebarría que iba a dejar de escribir por motivo de las descargas ilegales de su última novela, solté una carcajada seca. Después seguí leyendo y llegas al enjambre, y me apeteció mucho hablar con escritoras como ella que tienen como referente y que viven en un modelo de caspa y laca que se empeña en demonizar a las nuevas iniciativas y a no tender puentes de colaboración. Lucía, tenemos que hablar. Desde que hemos empezado con el proyecto #bookcamping, mucha gente, sobre todo escritores me han preguntado “y yo con esto de las licencias libres y abiertas, con la cultura libre, con las descargas en internet, ¿cómo vivo?“. Yo, que estoy metiendo los pies en el mundo editorial de la mano de dos proyectos basados en la investigación y en la experimentación editorial y cultural, pues no tenía idea de qué responder, así que pregunté a los creadores que me rodean: “¿y tú de qué vives?”. La misma Lucía Etxeberría decía en su Facebook: Cómo matar al intermediario de H.
Cuentos cortos de Eduardo Galeano I El siguiente texto, es una transcripción literal de algunos cuentos relatados por Eduardo Galeano en su programa "La Vida Según Galeano" El Miedo El miedo global Los que trabajan tienen miedo de perder el trabajo. El Diablo es extranjero El culpómetro indica que el inmigrante viene a robarnos el empleo. Guerras mentidas Las guerras se venden mintiendo, como se venden los autos. Cuando, hace ya unos cuantos años, mi mamá me daba instrucciónes para vivir, entre otras cosas me aseguró que la mentira tenía patas cortas. Mujeres San Juan Crisóstomo decía: "Cuando la primera mujer habló, provocó el pecado original" y San Ambrosio concluía: "Si a la mujer se le permite hablar de nuevo, volverá a traer la ruina al hombre". Saben cocer. Hijas obedientes. Durante siglos o milenios ha sido así, aunque de su pasado sabemos poco. Para elogiar a un procer se dice: "Detrás de todo gran hombre hubo una mujer", reduciendo a la mujer a la triste condición de respaldo de silla. Puntos de vista 1 Violeta
Linkillo (cosas mías) Sobre Lucía, sus libros y el camino equivocado Algunos me han pedido que escribiese sobre las desafortunadas declaraciones de Lucía Etxebarría en las que afirma que no volverá a escribir porque “se han descargado más copias ilegales de mi novela que copias han sido compradas”. Intentaré hacerlo en modo constructivo, tratando de explicar a Lucía en qué puntos creo que se ha equivocado. En primer lugar, Lucía es libre de hacer lo que buenamente quiera con sus libros. Menos plagiarlos, porque a eso se le llama robar, puede decidir escribirlos o no escribirlos, con el calendario que quiera. Veamos el detalle mágico, para ella seguramente algo “sin importancia”, de las declaraciones de Lucía: “Decidimos no publicarlo como e-book porque eso lo hacía más fácil de piratear. Con todo respeto: ahí, Lucía, está el quid de la cuestión. Las cosas claras, Lucía: imagino que tienes razones fundadas para asegurar que tus libros se piratean mucho, muchísimo, constantemente y sin pausa. Tranquila, no te frotes los ojos, no tienes que creerme.
Derechos imprescriptibles del lector Agosto 2009 Graciela Rosa Gallelli Derechos imprescriptibles del lector 1- El derecho a no leer. 2- El derecho a saltarse páginas. 3- El derecho a no terminar un libro. 4- El derecho a releer. 5- El derecho a leer cualquier cosa. 6- El derecho al bovarismo (1) (enfermedad textualmente transmisible) 7- El derecho a leer en cualquier parte. 8- El derecho a picotear. 9- El derecho a leer en voz alta. 10- El derecho a callarnos. Daniel Pennac Conocer los derechos del lector – escritos por un poeta como Daniel Pennac - para quienes somos lectores, se constituye en una “especie de alivio” ante ciertas sensaciones que a veces no justificamos, justamente por nuestra actitud casi compulsiva -si se nos permite aplicar este adjetivo- frente a la lectura. El derecho a no terminar un libro se constituye en un alivio cuando -lectores compulsivos- nos resulta difícil aceptar que ese libro no nos atrapa lo suficiente como para terminarlo, y hasta sentimos algo de “culpa” por no llegar al final. Notas
Odio desde la otra vida - Roberto Arlt Fernando sentía la incomodidad de la mirada del árabe, que, sentado a sus espaldas a una mesa de esterilla en el otro extremo de la terraza, no apartaba posiblemente la mirada de su nuca. Sin poderse contener se levantó, y, a riesgo de pasar por un demente a los ojos del otro, se detuvo frente a la mesa del marroquí y le dijo: -Yo no lo conozco a usted. ¿Por qué me está mirando? El árabe se puso de pie y, después de saludarlo ritualmente, le dijo: -Señor, usted perdonará. Lo que le decía el desconocido era cierto: Fernando había estado pensando en matar a su novia. -Siéntese. Fernando se dejó caer melancólicamente en el sillón esterillado. -Estaba precisamente sobre su cabeza. Fernando, sin darse cuenta de lo que hacía, movió la cabeza, confirmando lo que el desconocido le decía. -Cuando desapareció la nube roja, vi una sala. Fernando ahora pensó que no tenía nada de inverosímil que el árabe pudiera darle datos de la habitación que ocupaba Lucía, porque ésta miraba al jardín del hotel.
MAGNETIC ROAD Cultura digital, e-cultura y nuevas tecnologías Me llamo Kohfam. Identidad hacker, Una aproximación antropológica. Contreras, Pau. Me llamo Kohfam. Identidad hacker, una aproximación antropológica. ¿Qué tienen en común las sociedades llamadas “primitivas” y las comunidades hacker de principios del siglo XXI? Así, el recorrido intelectual que Pau Contreras nos propone en Me llamo Kohfam nos conduce desde el ciberespacio hasta los territorios más clásicos de la Antropología, pasando por la televisión digital, las tarjetas pirata y el sabotaje industrial, con el objetivo de comprender como el hacker construye su identidad y crea conocimiento en el marco de la sociedad-red. Para Pau Contreras la identidad hacker debe ser entendida como un proceso y no como una esencia. “Estamos ante una excelente aproximación al mundo hacker desde la investigación etnográfica. Índice: Agradecimientos/Prólogo/ Introducción/ 1.
La 'red-pública' de las letras La publicación, hace unos meses, de 'Superficiales (¿Qué está haciendo nuestra mente con internet)' dio forma a lo que mucha gente empezaba a preguntarse, no sin preocupación. ¿Nos está convirtiendo internet en estúpidos? ¿Nos aleja del pensamiento elaborado? ¿Su configuración fragmentaria nos impide centrar la atención en los textos largos de los libros tradicionales? Del libro de Nicholas Carr, editado por Taurus, la crítica dijo cosas como esta: «Absorbente y perturbador. Frente a estas prevenciones quién sabe si demasiado alarmistas (cuando se empezó a usar el tren, fueron muchos quienes decían que el cuerpo humano no aguantaría esas vertiginosas velocidades, de unos 40 km/h), hay una grieta, un hueco, por el que se cuela la literatura. Una grieta por la que pasa la literatura o, al menos, las referencias a la literatura, en un signo que indica que la escritura no ha muerto, y que a través de redes sociales como Facebook se mantiene viva. Escribir en la red Autobombo
El almohadón de plumas - Horacio Quiroga Su luna de miel fue un largo escalofrío. Rubia, angelical y tímida, el carácter duro de su marido heló sus soñadas niñerías de novia. Ella lo quería mucho, sin embargo, a veces con un ligero estremecimiento cuando volviendo de noche juntos por la calle, echaba una furtiva mirada a la alta estatura de Jordán, mudo desde hacía una hora. Él, por su parte, la amaba profundamente, sin darlo a conocer. Durante tres meses -se habían casado en abril- vivieron una dicha especial. Sin duda hubiera ella deseado menos severidad en ese rígido cielo de amor, más expansiva e incauta ternura; pero el impasible semblante de su marido la contenía siempre. La casa en que vivían influía un poco en sus estremecimientos. En ese extraño nido de amor, Alicia pasó todo el otoño. No es raro que adelgazara. Fue ese el último día que Alicia estuvo levantada. -No sé -le dijo a Jordán en la puerta de calle, con la voz todavía baja-. Al otro día Alicia seguía peor. -¡Jordán! -¡Soy yo, Alicia, soy yo! -Pst... -¡Señor!
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