Nos perdimos la revolución · ELPAÍS.com Recuerdo la noche de finales de los sesenta en Barcelona en la que un conocido intelectual de aquella brillante generación de los Barral, Biedma y Marsé se obsesionó de pronto, apoyado en la barra de un famoso bar de la ciudad, en saber quién había inventado la palabra revolución. A la mañana siguiente, decidí buscar por mi cuenta al inventor de la palabra. Un libro, que me ha acompañado durante años y que me ha resultado siempre de una utilidad fantástica, Diccionario de símbolos, de Juan-Eduardo Cirlot, me echó oportunamente una mano y, gracias a él, pude saber que en realidad la revolución era tan antigua como el hombre. La entrada "revolcamiento" explicaba que el acto de revolcarse en el suelo, especialmente sobre el barro o agua pantanosa, formaba parte de la terapéutica primitiva universal y se hallaba también en prácticas mágicas, en las cuales el hombre necesitaba revolcarse en tierra para levantarse transformado en lobo. Cuando opino de literatura, no muere nadie.
espacio rizoma Las firmas son tímidas · ELPAÍS.com 1Se cuenta que a la gran actriz francesa Sarah Bernhardt la detuvo una mañana un señor por la calle para preguntarle si era la ilustre Sarah Bernhardt. -Sí, lo seré esta noche -dijo ella. 2 La impresión de que como escritor voy contra natura cuando aparezco en público y más cuando, a causa de la lógica perversa de la aparición misma, me veo de golpe haciendo teatro, transformado en otro, convertido en alguien distinto del que escribe y también distinto del que vive y que en mí al menos nunca se confunde con el que escribe, por mucho que algunos crean lo contrario. La impresión de que en esas ocasiones aparece siempre "el tercer hombre", el actor que sabe que esas intervenciones en público nada tienen que ver con la actividad de escribir y sí en cambio con el reposo, son manifestaciones puras y duras de esa "sociedad del espectáculo" que Guy Debord diagnosticó con lucidez de primera hora. -He venido desde Bendinat para saludarle y para que me firme este libro. www.enriquevilamatas.com
Nativa El espíritu de la escalera · ELPAÍS.com La primera vez que oí decir que literatura y venganza se hallaban estrechamente relacionadas fue en Antibes, hace muchos años, en una taberna del viejo puerto. A altas horas de la noche, alguien comparó a la totalidad de la literatura con una "inmensa venganza del esprit de l'escalier". No entendí nada, pero retuve con fuerza la extraña comparación y también aquella enigmática expresión francesa: "el espíritu de la escalera". Muchas veces memorizo frases que me parecen ininteligibles como 'l'esprit de l'escalier' De modo que escribir es vengarse cuando bajas la escalera, pensé allí en Bogotá mientras me admiraba de cómo aprendemos sobre la marcha y hacemos camino al andar y me acordaba de Samuel Butler que decía que nuestras vidas se parecen a un solo de violín que tenemos que interpretar en público mientras aprendemos la técnica del instrumento a medida que ejecutamos la pieza. Días enteros bajando escaleras. www.enriquevilamatas.com
Bagdadcafebcn El nou símbol cultural …microteatre, microrelat, microcinema, microdansa, microllibre, microconte, microexposició, microrevista, micromúsica, microespai, microconcert, microidees, micromecentage, microdebat, microteball, microsalari, microvida………microcultura ¿Por qué no hay mujeres? «Azafata.— No, perdonen. Ahora voy a hablar yo. Azafata.— […] No entendemos que en un Congreso Internacional de […]1. «Los ordenadores son arenas para la experiencia social y la interacción dramática, un tipo de medio más parecido al teatro popular, y su resultado es usado para la interacción cualitativa, el diálogo y la conversación. «Computers are arenas for social experience and dramatic interaction, a type of media more like public theater, and their output is used for qualitative interaction, dialogue, and conversation. «Dentro de la cultura, la marginalidad, si bien permanece en la periferia de la amplia tendencia cultural, nunca ha sido un espacio tan productivo como lo es ahora. #Gamonal
La vida desde el tren · ELPAÍS.com Es conocido el caso del poeta W. H. Auden, que iba cruzando los Alpes junto a unos amigos y leía con atención un libro, pero sus acompañantes no dejaban de lanzar exclamaciones de éxtasis ante lo majestuoso del paisaje; durante unas décimas de segundo, despegó la vista del libro, miró por la ventanilla del vagón de tren y regresó a su lectura diciendo: "Con una mirada alcanza y sobra". Auden recuerda al Quijote. Auden recuerda al Quijote. El coloquio de los perros muestra una gran fe en un tipo de novela autónoma, de novela consciente de que el arte se parece a la vida, pero no es la vida, y precisamente por eso no tiene por qué justificarse ante la realidad: "Y así, te digo otra vez, lector amable, que destas novelas que te ofrezco, en ningún modo podrás hacer pepitoria, porque no tienen pies, ni cabeza, ni entrañas, ni cosa que les parezca". Para olvidar semejante catástrofe, estoy leyendo a Luigi Pirandello, que murió en Roma en 1936.
laperimetral Ecos de Budapest · ELPAÍS.com El pasado lunes, las circunstancias -unos obligados trabajos forzados- me llevaron a realizar un viaje de ida y vuelta a París en un mismo día. Gajes del oficio, que suele decirse. Con el fin de contemplar como interesante un viaje que en absoluto lo era, me dije que iba a estar bien, al término de aquel desplazamiento tan fantasmal, saber cómo me sentía por la noche en casa cuando, habiendo pasado íntegramente el día en París, me hallara sentado en la misma cama barcelonesa en la que, a las seis en punto de la mañana, me había vestido en la oscuridad para salir como un sonámbulo hacia el aeropuerto. Gracias a este leve estímulo, logré de muy oscura mañana dejar mi casa e iniciar el intempestivo traslado. Para relajarme decidí sumirme en la banalidad política de las noticias de la mañana: casi todas giraban en torno al "día después" de las elecciones generales españolas. -¿Y lo consigue? Siempre ha sido así. Miré el reloj y se había hecho tarde. www.enriquevilamatas.com
temptatives Grandes tarados, sin sentimientos · ELPAÍS.com Ayer mismo, al ir a cruzar la Diagonal de Barcelona, la joven desconocida que iba diez metros delante de mí y hablaba por móvil dio un grito repentino (después supe: la muerte de un ser querido) y rompió en fuerte llanto que la hizo ir doblegándose sobre sí misma y caer de rodillas al suelo, desolada, desesperada. De modo que ésta es la famosa realidad, pensé. Esa fue mi fría y única reacción inicial, quizás porque, como de costumbre, andaba abstraído en mi mundo mental, paralelo al real. Cuando horas después volví sobre lo sucedido, me di cuenta del pavoroso lugar en el que me estaba dejando mi mundo paralelo, mi extrema vida secreta, y pensé en aquel mendigo de Santiago de Chile que veía Bolaño en la calle Banderas esquina Ahumada, aquel hombre que aseguraba ser nieto de Tolstói y pedía limosna diciendo: "Miren dónde me ha dejado la Revolución Rusa". ¡El amargo esfuerzo de pasar por un ser humano! ¡El amargo esfuerzo de pasar por un ser humano! www.enriquevilamatas.com