Los números perdidos de Hexamano - Matemáticas Usuario: Contraseña: Nuevo!! Haz clic aquí para crear tu cuenta (Es gratis) >>>Ver el juego en pantalla completa<<< Juego educativo de Matemáticas Tienes más juegos y materiales educativos en www.vedoque.com. Entrada del blog en la que hablamos de este juego This obra by Vedoque is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 3.0 Unported License. Cuentos infantiles. Cuentos clásicos para niños Cuento para ser amable: Daniel y las palabras mágicas Te presento a Daniel, el gran mago de las palabras. El abuelo de Daniel es muy aventurero y este año le ha enviado desde un país sin nombre, por su cumpleaños, un regalo muy extraño: una caja llena de letras brillantes. En una carta, su abuelo le dice que esas letras forman palabras amables que, si las regalas a los demás, pueden conseguir que las personas hagan muchas cosas: hacer reír al que está triste, llorar de alegría, entender cuando no entendemos, abrir el corazón a los demás, enseñarnos a escuchar sin hablar. Cuento sobre la amabilidad para niños Daniel juega muy contento en su habitación, monta y desmonta palabras sin cesar. Hay veces que las letras se unen solas para formar palabras fantásticas, imaginarias, y es que Daniel es mágico, es un mago de las palabras. Lleva unos días preparando un regalo muy especial para aquellos que más quiere. Daniel sabe que las palabras son poderosas y a él le gusta jugar con ellas y ver la cara de felicidad de la gente cuando las oye.
El narrador (Del libro El pulpo está crudo) -Cierto día iba Caperucita por el bosque de… che ¿cómo se llamaba ese bosque? -¿Cuál? -No, ése era el de Robin Hood. -¿Robin Hood no era el compañero de Batman? -No, el compañero de Batman era Mandrake. -¡Si Mandrake era un mago! -¿Y qué tiene? -… ¿seguro? -Claro, ¿para qué te contaría mentiras, eh? -Y, sí… -El bosque quedaba en Transilvania… -Che, no jodas. -Vos tenés todo mezclado. -Sí, mejor. -… ahora no me callo nada. -Te callás porque no querés contarme el cuento, porque no lo sabés. -Claro que lo sé; ahí te va, cierta noche, Caperucita estaba cerrando su famoso restaurante… -¿¡Su famoso restaurante!? -Sí, cuando de repente recibió una llamada telefónica… -… era uno que le avisaba que vos le estabas haciendo bolsa su cuento. -No, era su mamá, que le pedía que pasara de la abuelita a dejarle algo de comer. -¿¡”Blancanieves” le dijo!? -Sí, “Caperucita” se llama el cuento, pero a ella le encantaba que le dijeran “Blancanieves”. -Porque se le olvidaba el número.