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Carpeta Libros 7° Grado

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Tres portugueses bajo un paraguas, de Rodolfo Walsh. 1El primero portugués era alto y flaco.El segundo portugués era bajo y gordo.El tercer portugués era mediano.El cuarto portugués estaba muerto. 2- ¿Quién fue? - preguntó el comisario Jiménez.- Yo no - dijo el primer portugués.- Yo tampoco - dijo el segundo portugués.- Yo menos - dijo el tercer portugués. 3Daniel Hernández puso los cuatro sombreros sobre el escritorio.El sombrero del primer portugués estaba mojado adelante.El sombrero del segundo portugués estaba seco en el medio.El sombrero del tercer portugués estaba mojado adelante.El sombrero del cuarto portugués estaba todo mojado. 4- ¿Qué hacían en esa esquina?

5- ¿Quién vio lo que pasó? 6- ¿Quién tenía el paraguas? 7- ¿Quién oyó el tiro? 8- ¿Cuándo vieron al muerto? 9- ¿Qué hicieron entonces? 10- Entonces, ¿qué hicieron? 11- Usted lo mató - dijo Daniel Hernández.- ¿Yo, señor? 12- Uno mató, uno murió, los otros dos no vieron nada - dijo Daniel Hernández. - Uno miraba al norte, otro al este, otro al sur, el muerto al oeste. Crimenes De La Calle Morgue - Edgar Allan Poe. Nido de avispas - Agatha Christie.

John Harrison salió de la casa y se quedó un momento en la terraza de cara al jardín. Era un hombre alto de rostro delgado y cadavérico. No obstante, su aspecto lúgubre se suavizaba al sonreír, mostrando entonces algo muy atractivo. Harrison amaba su jardín, cuya visión era inmejorable en aquel atardecer de agosto, soleado y lánguido. Las rosas lucían toda su belleza y los guisantes dulces perfumaban el aire. Un familiar chirrido hizo que Harrison volviese la cabeza a un lado. -¡Qué alegría! En efecto, allí estaba Hércules Poirot, el sagaz detective. -¡Yo en persona. -¡Me siento encantado -aseguró Harrison sinceramente-. Su mano hospitalaria le señaló una mesa en el pórtico, donde había diversas botellas. -Gracias -repuso Poirot dejándose caer en un sillón de mimbre-. -¿Qué le trae a este tranquilo lugar? -No, mon ami; negocios. -¿Negocios? Poirot asintió gravemente. -Sí, amigo mío; no todos los delitos tienen por marco las grandes aglomeraciones urbanas.

Harrison se rió. -Claro que sí. -¿Qué? Libros doyle. La pieza ausente, de Pablo de Santis. A cargo de: profesora Adriana Domínguez Nombre y apellido.............................................. 2º AÑO………..SECCIÓN.............. Fecha..... Leer atentamente el siguiente texto: Comencé a coleccionar rompecabezas cuando tenía quince años. Hoy no hay nadie en esta ciudad – dicen – más hábil que yo para armar esos juegos que exigen paciencia y obsesión. Cuando leí en el diario que habían asesinado a Nicolás Fabbri, adiviné que pronto sería llamado a declarar. Me recibió un detective alto, que me tendió la mano distraídamente, mientras decía su nombre en voz baja –Lainez- como si pronunciara una mala palabra. Me llevó hasta la sala central del Museo, donde está el rompecabezas que representa el plano de la ciudad, con dibujos de edificios y monumentos.

Lainez buscó en su bolsillo. Miré la pieza. . - Troyes –dije - . - También está Montaldo, el vicedirector del Museo, que quería ascender a toda costa. - ¿Relaciona a alguno de ellos con esa pieza? - ¿Ve la B mayúscula, de Biblioteca? 81. Prácticas del Lenguaje. 7° Grado. "El crimen casi perfecto". Actividad. Cuentos policiales para leer y analizar... - Relatos de enigma y misterio. Cuentos, Opiniones y Poemas de Edgar Allan Poe – Ciudad Seva - Luis López Nieves. El gato negro - Edgar Allan Poe - Ciudad Seva. No espero ni pido que alguien crea en el extraño aunque simple relato que me dispongo a escribir.

Loco estaría si lo esperara, cuando mis sentidos rechazan su propia evidencia. Pero no estoy loco y sé muy bien que esto no es un sueño. Mañana voy a morir y quisiera aliviar hoy mi alma. Mi propósito inmediato consiste en poner de manifiesto, simple, sucintamente y sin comentarios, una serie de episodios domésticos. Las consecuencias de esos episodios me han aterrorizado, me han torturado y, por fin, me han destruido. Desde la infancia me destaqué por la docilidad y bondad de mi carácter. Me casé joven y tuve la alegría de que mi esposa compartiera mis preferencias. Este último era un animal de notable tamaño y hermosura, completamente negro y de una sagacidad asombrosa. Plutón -tal era el nombre del gato- se había convertido en mi favorito y mi camarada. El gato, entretanto, mejoraba poco a poco. Por mi parte, pronto sentí nacer en mí una antipatía hacia aquel animal.