3 pasos hacia la muerte digital en paz. Nuestras actividades digitales se incrementan día a día tanto en el ámbito personal como en el laboral, ¿has pensado qué sucedería con todas éstas si dejaras de existir?
Si en este momento recibieras la desafortunada noticia de que uno de tus colaboradores cercanos ha fallecido, por supuesto lamentarías su deceso, pero si al momento de intentar acceder a alguna base de datos o sistema te das cuenta que esa persona era la única que tenía las claves de ingreso y nunca las solicitaste, seguro entrarás en shock. Como “nadie tiene la vida comprada”, y mucho menos contamos con una bola de cristal para saber en qué momento nos vamos a morir, y por si fuera poco, para muchos de nosotros la vida pasa de manera acelerada, vamos postergamos ciertas acciones que para gente cercana a nosotros después resultarán en verdaderos dolores de cabeza. Actualmente existen 4.6 millones de avisos de testamentos (no digital) registrados en el país, es decir, poco menos del 4% de la población tiene un testamento. Guía para la vida digital más allá de la muerte. Como dice el dicho, ¡para morir nacimos!
, entonces ¿por qué no pensar en qué sucederá con nuestra presencia digital una vez que dejemos este mundo? Se acerca el Día de Muertos y a todos nos encanta celebrar a los que ya no están. Sin embargo, pocas veces nos ponemos a pensar que es algo que también nos va a pasar a nosotros. Es probable que en cuanto a nuestras posesiones materiales tengamos cierto orden a través de testamentos y seguros, ¿pero qué sucede con nuestra vida digital? Url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=2&cad=rja&uact=8&ved=0ahUKEwj1lZj9o5PLAhUHCBoKHSo1BHcQFggkMAE&url= Hoy en día todos los recuerdos de una persona se almacenan de forma digital dentro de muchos dispositivos: fotografías, vídeos y documentos pueden encontrarse dentro de móviles, tablets, ordenadores y, dentro de poco tiempo, también dentro de gadgets y objetos inteligentes.
Además, sus redes sociales están plagadas de contenidos, de historias, de conversaciones... ¿Qué ocurre con todos esos bytes cuando alguien fallece? Tool box - Cómo organizar la muerte digital, en plena vida física. Cada ser humano elige cómo pararse ante su propia muerte.
Para algunos pensar en el día en que ya no se los contará entre los vivos es un asunto definitivamente desagradable y, como tal, deciden no invertir esfuerzos vitales en hacerlo. Otras personas optan por planear cada paso de su tránsito por el mundo, y por eso también proyectan aspectos de su muerte: quién se quedará con cuáles de sus posesiones materiales, quién cuidará a su ser más preciado, qué dirá su obituario y cómo deberá organizarse su funeral.
Tool box - Cómo organizar la muerte digital, en plena vida física. Digital Death. Death and the Internet: The implications of the digital afterlife. This paper addresses the ways in which our cultural understanding of death is changed by the digital afterlife and the affordances of the Internet.
Since the advent of the digital age, we now interact, create and conduct business online leaving a digital footprint that remains even after we die; there is now a growing popular cultural awareness of this and online start–ups have been quick to capitalise on our need to make for provision for our digital assets. Social platforms have allowed for Web memorialisation, emergence of new grieving practices and expansion of traditional mourning rituals, however, there are a number of issues related to digital assets and these online mourning practices.
At present, there is no consensus as to how social media company policies on deceased user accounts are handled, an area that is further muddied by legal issues of ownership and privacy. A Great Cities Initiative of the University of Illinois at Chicago University Library. Digital death preproc. Digital death preproc. Identité et mort numérique. L’identité numérique se compose généralement d’un compte personnel, d’un mot de passe et d’une adresse email.
D’autres éléments de définition doivent être pris en considération tels que les traces laissées par un individu lors de ses différentes connexions (adresse IP, publications, cookies). Il ne faut pas confondre identité numérique et identité physique. L’identité numérique est facilement falsifiable, et survit après la mort de l’individu. Sa gestion, et plus précisément sa gestion post-mortem est donc particulièrement délicate et sujette à interrogations. Comme l’indique la CNIL dans un article du 31 octobre 2014, le concept de mort numérique semble :« potentiellement porteur d’interrogations juridiques, mais également sociétales ». IDENTITE ET MORT NUMERIQUE. Malgré une réelle volonté d’accompagner la société dans sa transition numérique et des lois protectrices de la vie privée, il y a encore des progrès à faire pour mieux encadrer les données personnelles.
Il faudrait en particulier préciser l’identité numérique et la mort numérique. L’identité numérique permet l’identification de l’individu grâce à l’ensemble des informations recueillies en ligne. En découle la « mort numérique », c’est-à-dire du sort de l’identité numérique après la mort de l’individu. Les pouvoirs publics ont compris très tôt l’importance d’accompagner la société dans sa transition numérique et de mettre en place une stratégie en la matière. La situation actuelle est le fruit de contestations apparues au début des années 70, notamment avec le scandale né de l’affaire SAFARI. Mort numérique ou éternité virtuelle : que deviennent vos données après la mort. Sur les réseaux sociaux : à terme plus de morts que de vivants ?
De nombreux internautes s’interrogent sur le devenir des données concernant leurs proches ou eux-mêmes après la mort. C’est dans ce contexte qu’a émergé le concept de « mort numérique », potentiellement porteur d’interrogations juridiques mais également sociétales. Sensible à la dimension humaine de cette thématique et soucieuse d’assurer une protection effective de l’identité individuelle, la CNIL ouvre le débat des enjeux de la mort numérique. Le développement de nouveaux modes d’exposition de soi en ligne a conduit à faire vivre son identité après la mort de multiples façons : il peut s’agir d’entretenir le souvenir d’un défunt, de créer un avatar qui dialoguera avec les vivants ou de laisser des messages ainsi que des biens dématérialisés (fleurs ou bougies) à ses héritiers ou ses proches.