Un suelo cada vez más sólido. Nuestro feminismo militante gira alrededor del cuerpo como materia latente, sintiente, frágil, vulnerable, conectado con los otros, necesitado de alimento y de afectos.
El cuerpo feminizado objeto de violencias, fuente de subjetividad, sede del cuidado y agente cuidador. El cuerpo interdependiente, relacional, abierto al contagio, a lo común y lo compartido, y el cuerpo ecodependiente unido al cordón umbilical de la vida natural. En este tiempo, las feministas hemos conseguido articular un nosotras en común alrededor de algo tan denostado como el cuerpo, nuestro cuerpo. Un nosotras que no es un sujeto plural, un ser común, sino, como dice Marina Garcés, “una forma de ser en común”. Porque nos movemos en los entre: en los vínculos, los tejidos, las redes, articulando una mirada que no es panorámica ni focalizada, sino periférica. El feminismo que nació con Simone de Beauvoir. Hay autores que simplemente no tienen predecesores ni sucesores: su originalidad es absoluta.
Simone de Beauvoir pertenece a ese grupo porque su pensamiento fue un punto de fuga que permitió llegar adonde no se había llegado. A pesar de que son muchas las etiquetas que se han colgado sobre su libro El segundo sexo —se define, según los casos, como existencialista, humanista, ilustrado o constructivista—, lo cierto es que 70 años después de su aparición es un clásico con todas sus letras, una obra brillantemente articulada a través de la cual seguimos contemplando e interpretando el mundo. Esa es la sensación que una tiene al leerlo porque ese libro elevó las experiencias de vergüenza y autoculpabilización de las mujeres a una inteligente y sutil reflexión filosófica; El segundo sexo articula una meditación sistemática sobre significados sociales para los que aún ni siquiera existían palabras en 1949.
Lo personal es político. Feminismo: Un año después. Hace tiempo que parte del discurso público está infectado de una suerte de ánimo defensivo.
En un mundo que percibimos cabalgando en regresión, nos vemos obligados a defender el liberalismo ante el embate populista, la UE ante el avance ultra, o el multilateralismo de la ONU frente a una retórica política que, a diestra y siniestra, se regocija en el soberanismo reaccionario y el cierre de fronteras. Las grandes ideologías han dejado de canalizar los conflictos, convirtiéndose en fetiches con los que confrontamos los nuevos vientos de cambio, y se nos acaban los recursos epistemológicos para pautar el hilo de la historia que dé sentido al tiempo que habitamos. La pérdida de la fe en el progreso tampoco nos ayuda, a pesar de que el mundo nunca ha estado tan colmado de poder humano.
Algo parecido ocurrió hace un año con el movimiento Me Too, cuando centenares, millones de historias que hace tiempo habría sido impensable que salieran a la luz, emergieron con una irradiación global. Violencia de género: La inacción del Gobierno deja desprotegida a la madre de los niños asesinados en Getafe. Si, como todos los indicios apuntan, se trata de un crimen de violencia de género, los dos menores asesinados por su padre en Getafe serán los primeros en incrementar esta terrible estadística en 2018.
Acabar con el bloqueo de la agenda de igualdad de género en la Unión Europea. Europa sigue solo a medio camino de lograr la verdadera igualdad entre hombres y mujeres, y los últimos años, ha dado incluso pasos atrás.
Si seguimos al ritmo actual se calcula que aún deberemos esperar como mínimo 70 años más para conseguir la igualdad salarial, 50 años antes que el trabajo de doméstico y de cuidado sea repartido a partes iguales entre hombres y mujeres y más de 20 años para conseguir una representación paritaria en la política. ¿De verdad debemos esperar más de una o dos generaciones para alcanzar estas metas? La OCDE: "Ningún país del mundo ha logrado la igualdad de género y no hay razón para ello" Las mujeres están en desventaja en todos los ámbitos de la vida "La igualdad de género no sólo es un derecho fundamental.
Es, además, esencial para el bienestar de las sociedades y las economías". Así comienza el extenso informe que la OCDE acaba de publicar bajo el título: "Perseguir la igualdad de género: una batalla cuesta arriba". En él hace a los Gobiernos un llamamiento a la acción, recalca que los países han hecho muy pocos progresos en los últimos cinco años y constata que la mujer está en desventaja en todos los ámbitos de su vida y en todos los países, así como poco representadas en los puestos de liderazgo y en la política. "Ningún país del mundo ha alcanzado la igualdad de género. En 2016, la OCDE preguntó a 37 países, entre ellos España, cuáles eran los retos más urgentes a los que se enfrentaban en relación con la desigualdad de género. Empleo Además las mujeres encuentran trabajo en sectores menos lucrativos y suelen trabajar por cuenta ajena y no ser sus propias jefas. Diez medidas que se pueden poner en marcha ya para responder a las demandas del feminismo.
Diez años de la Ley de Igualdad: un camino sin retorno. El siglo XX, probablemente el siglo más sanguinario de la historia de la humanidad, ha sido el siglo donde las mujeres, mucho después que los hombres, han accedido a la modernidad.
El gran motor de este proceso ha sido el feminismo y los movimientos de mujeres, que forman parte ya del movimiento político occidental.