Hogares inhóspitos: las víctimas ocultas en las casas de América Latina — Ojo público. Para costear parte del juicio, Teófila Sifuentes tuvo que vender todo su patrimonio: un terreno y un par de mototaxis.
Ahora vive en una habitación prestada. Es un cuarto pequeño, con el espacio justo para dos camas, una mesa de noche y un televisor. La casa pertenece a una experimentada periodista cajamarquina que en su momento se conmovió con los detalles del crimen y durante años siguió los giros del juicio. Se llama Consuelo Lescano y es una de las personas que acumula más preguntas no resueltas sobre el caso: ¿Por qué se retiró a la esposa del acusado de la denuncia original?
¿Por qué la única testigo, la otra trabajadora de la casa, dio versiones contradictorias sobre la presencia del acusado en la escena? Los olvidados de Machu Picchu. El primer centro poblado que se atraviesa camino a Mesada es Ccollpani, ubicado a las orillas del río Urubamba y donde viven alrededor de treinta familias.
En esta zona, los lugareños cuentan con una capilla, los restos de un cementerio destruido hace casi una década por el desborde del río, un pequeño salón comunal y una losa deportiva donde detrás de sus arcos los pobladores han ubicado maderas usadas para prender sus cocinas caseras. Desde este punto se caminan unos minutos más, a través de una trocha improvisada y sin electricidad, salpicada de pequeñas casas de piedra. Francisco, con machete en mano y sombrero para cubrirse de la lluvia, da la bienvenida a menos de diez metros de distancia.
Ojo-Publico.com, en el marco de una alianza con la Iniciativa para el Periodismo de Investigación en las Américas - CONNECTAS, llegó a la zona para conocer la situación de los centros poblados vecinos al destino turístico que más ingresos económicos genera en el país. Un lugar para los mangos. The Desperado. Venezuela: Caracas, la ciudad herida. Se dicen el uno al otro al despedirse —jueves, diez de la noche— cinco periodistas veinteañeros.
Con la cena de arepas y cervezas me habían contado historias de sus asaltos y secuestros y amigos muertos y parientes huidos, así que les pregunto si se quedaron paranoicos por la conversación, pero me dicen que no, que aquí todos se despiden así. —Avísame que llegas. 1548080309_765649. Se dicen el uno al otro al despedirse —jueves, diez de la noche— cinco periodistas veinteañeros.
Con la cena de arepas y cervezas me habían contado historias de sus asaltos y secuestros y amigos muertos y parientes huidos, así que les pregunto si se quedaron paranoicos por la conversación, pero me dicen que no, que aquí todos se despiden así. —Avísame que llegas. Y que, faltaba más, cuando llegan lo hacen. —Descuida, yo te aviso. “En cuanto a la heroica y desdichada Venezuela, sus acontecimientos han sido tan rápidos y sus devastaciones tales, que casi la han reducido a una absoluta indigencia y a una soledad espantosa, no obstante que era uno de los más bellos países de cuantos hacían el orgullo de la América”, escribió, fugitivo en Jamaica, 1815, con prosa tremebunda, el señor Simón Bolívar, al que ahora llaman su libertador. —Pero acuérdate, avísame, que si no, no me duermo.
(Yo llevaba menos de una hora en la ciudad; consiguió impresionarme. Es Caracas a fin del 18. To Understand Rising Inequality, Consider the Janitors at Two Top Companies, Then and Now. Inside Venezuela’s Crumbling Mental Hospitals. Who’s to Blame for Peru’s Gold-Mining Troubles? Thirteen years ago, I flew to the state of Madre de Dios, in Peru’s southeastern Amazon jungle, and was mesmerized by the view from my plane’s window: a vast forest canopy stretching to the horizon.
The purpose of my visit was to check out the recently created Tambopata National Reserve, a two-hundred-and-seventy-five-thousand-hectare protected area and surrounding buffer zone, created to preserve one of the Amazon’s most biodiverse zones from gold mining and other destructive practices. I travelled to Madre de Dios again in September, to see how the conservation efforts had panned out. The Scene of the Crime. There is a long ditch in the village of My Lai.
Taken by Pirates. The Earthquake That Will Devastate the Pacific Northwest. Reportaje: Los obreros de la cocaína. Oscurece, pero el conductor del todoterreno se resiste a encender los faros.
Esas son las instrucciones. “Nos están esperando”. A los dos lados, la selva peruana envuelve ese camino y reclama lo que es suyo. Entre la espesura aparece una mano. Un joven ordena que el coche se detenga. Denis (seudónimo), el dueño, está nervioso. Estamos en el sur de Perú, en un lugar que todo el mundo conoce por sus iniciales: el VRAEM, el Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro, tres afluentes amazónicos que dibujan un paisaje hermoso de selvas de montaña y valles a dos días en coche de Lima.
El último informe de Naciones Unidas dibujaba el VRAEM como el lugar del mundo con la mayor concentración de cultivos de hoja de coca, producción de pasta base de cocaína y clorhidrato de cocaína. Ampliar foto.