Muere Fernando Falcó, marqués de Cubas. Eusebio Leal, el historiador que salvó el Centro Histórico de La Habana. Es imposible calcular cuánto le debe La Habana y la cultura cubana a Eusebio Leal.
Golpeada por Trump, Cuba mira a Biden esperanzada. Cuba impulsa el sector privado en medio de la crisis del coronavirus. Cuba se mueve.
‘La red avispa’: La eterna lucha entre castristas y anticastristas resucita en Netflix. La vieja confrontación entre castrismo y anticastrismo ha irrumpido con fuerza en Netflix.
El estreno este mes en la plataforma de La red avispa, película del francés Olivier Assayas que cuenta la historia de la infiltración de un grupo de agentes cubanos en las organizaciones del exilio de Miami en los noventa, ha desatado polémicas y reacciones de todo tipo. Olivier Assayas: “No haremos películas como antes de la covid, cambiarán en la forma de rodar y en los temas” “La comunidad cubana del exilio le exige a Netflix que la retire de su cartelera porque defiende a los espías castristas asesinos sentenciados en EE UU”, pide una carta en change.org, que hasta ayer habían firmado 18.000 personas.
En La Habana se considera el filme “imperfecto, incompleto” y un tanto “superficial”, pero es respaldado por considerar que su principal valor es “haber colocado el tema del terrorismo contra Cuba en Hollywood”. Ni acción, ni pasión Crítica de 'La Red Avispa' por Elsa Fernández-Santos. La Habana desde el sofá. Ampliar foto 1.
Visita online: inmersión de arte cubano. Psicología cubana en tiempos de epidemia: ¿Qué me pongo para el aplauso de las nueve? Las confesiones de Lezama Lima. José Lezama Lima (1910-1976) murió en el olvido.
Corría el año 1976 y la prensa cubana le dedicó unas pocas líneas, mientras en el exterior se lloraba el escritor de Paradiso, una de las novelas más importantes del boom latinoamericano. Fresa y chocolate, largometraje de Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío nominado a los Oscar de 1995, representó su rescate. Confinamiento a la cubana: colas ‘on line’ y películas estadounidenses. La Habana se ha quedado sin malecón, sin bulla, sin dominó en las calles.
La epidemia de coronavirus ha vaciado el paseo marítimo de la capital, adonde la gente acudía a diario a pescar, a charlar o simplemente a perder el tiempo mirando al mar y exorcizar de ese modo los problemas cotidianos. Por los ocho kilómetros de este gran diván urbano ya no pasan viejos descapotables norteamericanos llevando turistas, ni se ven borrachos y bohemios tomando ron, ni enamorados apretando al caer la tarde. El ruido y la música, antes omnipresentes en cualquier rincón de la ciudad, han cedido su lugar al silencio. Y es esta una sensación extraña. Cuba y Estados Unidos vuelven a los peores tiempos de la Guerra Fría. Como en los peores tiempos de la Guerra Fría, las tensiones entre Washington y La Habana se dispararon peligrosamente en los últimos días en medio de la pandemia del coronavirus.
Primero fue el jefe de la diplomacia estadounidense, Mike Pompeo, quien arremetió con dureza contra la colaboración cubana en diversos países, acusando a la isla de “aprovechar” la epidemia “para continuar su explotación de los trabajadores médicos cubanos”. Hasta ahí, nada nuevo; si no fuera porque, en su ataque, el miércoles, Pompeo criticó a dos países amigos, Qatar y Sudáfrica, por contratar a cerca de 450 profesionales de la salud de la isla para enfrentar la covid-19 en sus territorios. El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, respondió de inmediato señalando que “EE UU engaña deliberadamente cuando ataca la cooperación de Cuba con mentiras y calumnias”. Pablo Socorro: “Fidel Castro editaba mis textos en ‘Granma”
El fusilamiento del general de división Arnaldo Ochoa, compartiendo paredón con tres lugartenientes, silenció Cuba el 13 de julio de 1989.
Los cuartos de banderas y las calles amanecieron aquel día murmurando sobre la fulminante aplicación de la pena capital a cuatro servidores de la revolución. No hubo clemencia. El bloqueo político amenaza el histórico viaje de los Reyes a Cuba. Decreto-Ley 370: Cuba y los derechos informáticos. Cuba: Fidel Castro, villano y ‘sex symbol’ ESTADOS UNIDOS y Fidel Castro mantuvieron una larga relación de odio-amor.
Es de rigor, en el caso de esta pareja tan desavenida, poner el odio primero, pero hubo cierto amor, o al menos un vínculo enrevesado de magnetismo y provecho mutuo. Este flanco erótico ha sido investigado por el historiador Abel Sierra Madero en su libro Fidel Castro, el comandante playboy (editorial Hypermedia), una original indagación que se basa en el estudio de diversas publicaciones del sector más calenturiento de los medios americanos de la época de la Guerra Fría. El autor distingue dos visiones del Fidel erotizado por la cultura pop americana: la romántica, Fidel como hombre rebelde, versus la derechista, Fidel como sátiro tropical con hoz y martillo. La revista People lo incluyó en su lista de hombres mejor vestidos del mundo.
Impactante, dado que Castro siempre llevaba un monótono traje verde oliva. La nueva música cubana, en ‘El País Semanal’ Las cuentas no salen en Cuba sin cruceros de EE UU. En el muelle de San Francisco, punto de atraque de los cruceros que llegaban a La Habana desde que la Administración de Barack Obama permitió este tipo de viajes, el paisaje era este sábado desolador.
Poco o poquísimo movimiento de turistas en la plaza y sus calles aledañas, igual que en el cercano almacén de San José, espacio donde cada día medio millar de artesanos se reúne a vender souvenirs. Desde el 5 de junio, cuando zarpó el último barco para no volver, en estos antiguos almacenes de depósito de azúcar del puerto solo entran a comprar regalos cuatro gatos, “y es mucho decir”, señala una joven que vende maracas. “La verdad es que ha acabado con nosotros el rubio malo [en referencia al presidente de EE UU, Donald Trump].
Hace una semana me iba con cien dólares diarios, ahora si hago 20 es mucho”.