Indigenas jugando al chueca. Cultura Huarpe – Leyendas. Huazihul.
El espíritu de la montaña Con la llegada del atardecer y los últimos rayos del sol iluminando la cordillera, se escucha de lejos bramar al cerro El Alcázar como una queja eterna de la raza, es un grito por los indios huarpes.Ésta es la leyenda del cacique de la tribu Huarpe, quien perdió la vida en un enfrentamiento con los cristianos que lo perseguían:En las épocas de la conquista, los españoles, decididos a terminar con la rebeldía de este pueblo que se creía dueño de la tierra, encargaron a un capitán llamado Diego Salinas la realización de una campaña para demostrar a los huarpes su poderío.Huazihul, señor de los huarpes, era un joven fuerte, alto, ancho de espaldas y de manos recias. Su hermoso rostro de pelo abundante había enamorado a todas las muchachas de la tribu. Leyenda de la india Mariana El historiador y arqueólogo sanjuanino, Rogelio Díaz Costa, nos relata la leyenda de la india Mariana:No era alta, pero tan flaca que lo parecía. Me gusta: Me gusta Cargando... Huarpes: la fuga y la leyenda (II)
Del lado de San Juan tenemos al cacique Pismanta de quien se dice que enfrentó a los blancos en varias ocasiones y pese a los continuos reveses sufridos solo lo pudo doblegar la tristeza cuando comprobó que otros caciques traicionaban a sus pueblos al entrar en componendas con el invasor.
Las lágrimas de Pismanta son el origen de los hilos de agua caliente que salen de las cavernas de Angualasto, lugar que el cacique eligió como su última morada. Otro que presentaba batalla era el guapo Huazihul, jefe huarpe, de cuya leyenda hay por lo menos dos versiones. Una de ellas cuenta que enterado de las depredaciones de las tropas españolas que asolaban a su pueblo, salió a confrontarlas por el valle del Tulum. A pesar de la bravura de los suyos en desiguales combates, en el último de ellos debió retirarse hacia unos cañadones pedregosos por las estribaciones de la montaña (cerro El Alcázar, en el departamento sanjuanino de Calingasta) donde quedó encerrado. La Quinta Pata, 12 – 08 – 12. Juegos infantiles: Payana.
Leyendas indígenas, una mirada sobre nuestra identidad. MADRE TIERRA: LA PAYANA, el juego milenario. No importa si son grandes o chicas, las ciudades le quitan sentido a los viejos rituales agrícolas y sepultan cualquier relación mística con los ciclos de la naturaleza.
Daniel Vidart explica que en Latinoamérica este juego conservó una herencia doble, por su nombre y por sus reglas. Es que en quechua existe la palabra Pallani, que significa “recoger lo caído” y es la acción en la que reside parte de la dificultad de este juego. La payana se puede rastrear hasta tiempos precolombinos, 400 u 800 años antes de Cristo. Los indios mochicas, que vivieron en la costa norte de Perú y que tuvieron un gran desarrollo agrícola gracias a sus sistemas de riego, usaban los pallares o porotos como parte de una ceremonia muy similar a la del juego, en la que intentaban ver cómo serían las siguientes cosechas.
Pero la payana propiamente dicha viene desde España, donde a su vez llegó desde los romanos y antes de los griegos con un juego llamado Pentalitha, o sea Cinco Piedras. Antes de Colón, los aborígenes jugaban con dados y al hóckey 26-11-01. NEUQUEN (AN).- Es probable que los jugadores de aquella época también usaran vincha, aunque de seguro se veían muy distinto a "Las Leonas" de la selección argentina de hóckey.
El palín -rebautizado como "la chueca" por españoles y criollos- se jugaba en América mucho antes de la llegada de Colón a estas tierras. Con un palo de manzano con forma de bastón y una bola fabricada de vejigas de ¿guanacos? Rellenas con pasto, los primitivos habitantes de esta parte del planeta hacían su juego. Y sus goles. El hóckey tiene patente inglesa, como buena parte de los deportes tradicionales y los no tantos, aunque se sabe de la existencia del palín y -más lejos en el mapa pero cerca de la corona británica- de una versión original y antiquísima en la India. Y unidas entre sí: Entonces ¿quién inventó el buceo? " La mano de una momia inca NEUQUEN (AN).- El gran desafío de Stella Ferrarese siempre fue demostrar que no todo vino a través del océano Atlántico.
Rodolfo Chávez rchavez@rionegro.com.ar. v1n3a07-11.pdf.